El Tri tuvo de invitado en su concierto streaming al reggaetonero Mario Bautista, aquí nuestros apuntes y comentarios al respecto.
Este sábado pasado El Tri tuvo de invitado, en su concierto virtual, al reggaetonero Mario Bautista. ¿Qué opinas? ¿Está genial o es un intento desesperado del maestro Alejandro Lora por mantenerse vigente?
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Dejamos aquí nuestros apuntes y comentarios sobre el documental ‘Un hombre a lado’, del director Felipe Restrepo… ¡Sí, otro documental sobre la vida y obra de Gustavo Cerati.
¿Vale la pena este nuevo documento? Aquí lo cool y lo in-cool de este trabajo de cine y rock. (VIDEO)
Hace unos días la plataforma del festival DocsMX tuvo en su programación el documental ‘Un Hombre Alado’, del director Felipe Restrepo.
¿Qué jodido encontramos en ‘Un hombre alado‘?
En primera, y algo que vale mucho la pena, es una serie de ilustraciones bellísimas, muy coloridas, por momento futurista, por momentos imágenes retro, que irán contando una historia.
Esta historia la contarán personajes que estuvieron muy cerca de Gustavo, sobre todo músicos de su etapa solista, o incluso desde Soda: viejos conocidos como Richard Coleman, Tweety González, Leo García, Marcelo Moura (Virus), banda contempo de Soda.
Son personas que cuentan anécdotas de Gustavo, pero cuidando de no hablar de más, ni de menos, porque lo que pasa en las Vegas se queda en las Vegas, la que pasa tras bambalinas se queda tras bambalinas, las noches de excesos se cocinan mejor solo en la memoria de los involucrados en esa noche.
La cereza del pastel son unas escenas aéreas de Buenos Aires.
Esa Ciudad de la Furia donde un hombre alado prefirió la música sobre todas las cosas, la música sobre todo, la música sobre el marketing, la música sobre la crítica, la música prioridad absoluta, la música para la noche. Porque sí, siempre un hombre alado, preferirá la noche.
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(VIDEO) Aquí encontrarás los apuntes y comentarios de la nueva versión que hizo Porter de ‘Dead’, un importante hit de Zoé, el cual vendrá en el disco tributo a los comandados por León Larregui, en un disco que llevará el nombre (obvio) de ‘Reversiones’.
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(VIDEO) Aquí nuestros comentarios de la polémica lista de los ‘500 mejores álbumes’ de la revista Rolling Stones, en la que hubo rock, pop y perreo.
Los listados a los mejores discos siempre hacen que ‘arda Troya’ y, se entiende, cada persona tiene sus propios álbumes consentidos.
La revista ‘Rolling Stone’ volvió a actualizar su famosa lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos y llamó la atención la incursión de exponentes de índole pop y de música urbana como Bad Bunny, Rosalía, Daddy Yankee y Shakira. La mexicana Selena Quintanilla, quien aparece en el puesto 479 con su placa ‘Amor prohibido’ de 1994, pasó un poco inadvertida.
La primera vez que la ‘Rolling Stone’ sacó su listado fue en 2003, luego lo actualizó en 2012 y esta semana sorprendió con una nueva lista, en la que destronaron de su primera posición al flamante ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’, de The Beatles, al que enviaron hasta el sitió número 24, ‘superado’ por discos como ‘What’s Going On’, de Marvin Gaye, en la primera posición; ‘Pet Sounds’, de The Beach Boys, como el número 2; ‘Abbey Road’, de los mismos Beatles, en el puesto 5; y el ‘Nevermind’, de Nirvana, en la sexta posición.
La actualización de este ejercicio musical es natural, como explica la revista, “ninguna lista es definitiva: los gustos cambian, surgen nuevos géneros, la historia de la música se sigue reescribiendo”.
Por ello, agrega la ‘RS’, decidieron rehacerla y tabularon las listas de los 50 mejores álbumes de Beyoncé, Taylor Swift y Billie Eilish (quien curiosamente ha mostrado que no tiene una gran cultura musical); artistas emergentes como HER, Tierra Whack y Lindsey Jordan, de Snail Mail, así como músicos veteranos como Edge, de U2, Raekwon, del Wu-Tang Clan y Gene Simmons.
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PAUL LANZARÁ ‘MCCARTNEY III’
Por MIL USOS ROCK
“Aquí no pasaba nada” diría Piro Pendás en el documental de su banda Dangerous Rhythm (Pilar Ortega, 2020) y, sin embargo, pasaba todo. El punk llegaba al Distrito Federal (México) con toda su furia y desparpajo, y cada región de la Metrópoli lo tomaría a su mamera, como lo necesitaba en esos años finales de los 70 (del siglo pasado), que como bien se materializa en este audiovisual lleno de grasa e interrogatorios a periodista, músicos y al círculo cercano del ritmo peligroso, el oleaje del punk pegó distinto en Tacubaya o Ciudad Neza, que en los clubes de Insurgentes Sur con la crema y nata de la industria en pañales de la música alternativa mexicana, en ese contraste de clases sociales y mundos, pese a que en estricta teoría, las canciones eran las mimas para todos.
“Aquí no pasaba nada: la historia de Dangerous Rhythm”, documental que estuvo disponible unas horas en redes sociales y que será reelanzado seguramente cuando pase la eterna cuarentena, nos muestra a cuatro jóvenes que logran grabar milagrosamente un disco de punk en México, el cual a la postre abrirá caminos (de la mano de bandas amigas y no tanto como Size o Rebel D’ Punk) en este género tan básico pero tan pleno, tan revuelto pero que generaba una conexión tan directa y contundente (pese a su mezcla de idiomas, inglés-español: spanglish) con una juventud encendida e incendiaria que lo único que necesitaba era una chispa para prenderlo todo.
Ya en la actualidad ante las cámaras del documental, uno de sus fundadores se pregunta qué hubiera sucedido si esa breve gira por Estados Unidos que dieron en los tiempos de su primer LP homónimo se hubiera extendido por más tiempo, que el país americano hubiera adoptado al proyecto mexicano. Pues la respuesta no la tiene ni él (bajista) ni nadie, la respuesta está en el viento. Lo cierto es que Dangerous Rhythm encontró una brecha en el rock con remembranzas latinas, ya bajo el nombre de su nueva identidad rockera llamada Ritmo Peligroso, a la que llegaron nuevos rostros e instrumentaciones, bajo la cual siguieron escribiendo capítulos en el rock nacional hasta la fecha.
“Me quiero cruzar no me quiero quedar. No quiero quedarme ni un momento más. Me quiero cruzar no lo puedo lograr. Y si me quedo acá, me van a controlar”.
Indocumentado, Dangerous
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Sobrinos, luego de la conferencia de prensa del Festival Vive Latino, las cartas y sorpresas ya están sobre la mesa. Aquí diez puntos que destacamos sobre la edición XX de este festival juvenil… que se niega a envejecer.
1. La inclusión de Óscar Chávez. “Pues aquí de colado entre los chavos”, dijo el ‘caifán mayor’ desde el escenario del Foro Sol, donde casualmente también se presentará Caifanes (quien brilló por su ausencia en la conferencia).
2. Lucha libre AAA. Álex Lora hizo a bien recordar que el rock en sus tiempos más subterráneos y la lucha libre siempre encontraron un público, aun cuando no los transmitían en la televisión. Y sí, en la próxima edición de ‘El Vive’ (a realizarse el 16 y 17 de marzo) habrá tiro, hay un campeonato en disputa y La Parka lo sabe.
3. Carlos Santana y Javier Bátiz. Tal como sucedió hace años en Cumbre Tajín, esta edición coinciden estos dos hombres guitarra. Ojalá esta vez sí se dé el tan esperado ‘palomazo’.
4. Rock y Stand-Up. Paco Huidobro de Fobia y algunos otros rockeros, contarán divertidas anécdotas en la Casa Comedy. Porque en el rock todo, todo es personal.
5. Para el librero. El festival editará el libro “20 años del Vive Latino. El rock sí tiene la culpa”, un repaso extenso por las entrañas del festival en dos décadas de historia y fotografías históricas.
6. ¡Qué rico mambo! La Orquesta Dámaso Pérez Prado aportará ese ritmo que hace bailar hasta a un palo de escoba. Cuba en el Foro Sol.
7. Inclusivo. Si habrá mambo, música urbana (léase Alemán o Fermín IV), el pop de Juanes y uno de los impulsores del house Technotronic, por qué no música norteña. Intocable se une a otros actos supuestamente polémicos de ediciones pasadas como la inclusión de Los Tigres del Norte y Los Ángeles Azules, entre otros.
8.Aniversarios. Este año Café Tacvba y La Castañeda celebrarán 30 años de carrera. Mismo caso de Santa Sabina, en recuerdo de la gran Rita Guerrero. Curioso, las tres bandas estuvieron en la primera edición del Vive Latino.
9. Regresos y despedidas. La banda Ska-P, Los Tres de Chile y Bengala vuelven a las andadas. Liquits y Santa Sabina se despiden de los escenarios.
10. Cine y palomitas. Ambulante ya es parte medular del festín. Este año programará ‘Almost Fashionable: una película sobre Travis, ‘Bad Reputation’, ‘Gimme Danger’ (documental sobre los Stooges e Iggy Pop), y más.
Fotos: Cortesía OCESA
Foto Santana/Bátiz: Fernando Aceves
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Pienso que todos los que han formado alguna vez en su vida una banda de rock son el grupo Los Desesperados. Todos somos Los Desesperados, banda que sería el equiparable mexicano de The Libertines, según la primera novela de Joselo Rangel, guitarrista de Café Tacvba.
La historia de esta novela está escrita por un músico que conoce las entrañas de la escena musical mexicana (y Mundial). Conoce a la perfección el monstruo de mil cabezas que es la industria de la música y el rock, sus personajes, sus ángeles y demonios, los lugares comunes en los que caen las bandas nacionales (sobre todo en sus inicios cuando todo está de cabeza), que se da el lujo de contar una historia de rock desde el humor, un humor por momentos dulce, por momentos ingenuo, por momentos muy obscuro y ácido
Pero en el fondo esta historia del músico y escritor oriundo de Ciudad Satélite (quien ha publicado otros libros como ‘One Hit Wonder’ -2011- y ’Cuba Stones’ -2017-) es una historia de amor y ovnis. Sí, porque qué otra cosa mueve al rock y a la escritura de canciones o de libros de rock, sino no es el amor y esa capacidad que tiene el amor de enviarnos a universos aún no identificados. Entonces sí, ‘Los Desesperados’ es un libro de rock, amor y ovnis.
Por @MilUsosRock
* Breve texto publicado originalmente en el periódico El Universal Gráfico
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El más reciente álbum de los Arctic Monkeys llegó con polémicas y disparando gran variedad de opiniones. Están los que afirman que “ya no suenan igual… ya no son lo mismo… me gustaban más antes… son unos vendidos”. Por otro lado los que les aplaudimos este su sexto álbum, el logro más valiente en lo que va de su discografía, “su gema del infinito”, en el que nos podemos encontrar con pinceladas de jazz regadas de un lado a otro dentro de cada pieza.
El más claro ejemplo de este tono con sabor a jazz lo podemos encontrar en el tema abridor, ‘Star Treatment’ que nos hace imaginarnos cómo se vería una taquería en una base lunar (¿suena interesante, no?); o bien ‘Golden Trunks’, en el que si cerramos los ojos podemos perjurar estar oyendo a un PULP moderno; en ‘The Ultracheese’ y ‘One Point Perspective’ notamos una gran influencia del jefe Lennon, así como un gran apoyo vocal en ‘Batphone’, que coquetea con el Bowie de los 90 (del siglo pasado).
‘Tranquility Base Hotel & Casino’ (2018) es un disco en el que se cambian por completo las guitarras estruendosas de Alex Turner, por arreglos de piano, vibráfonos, órganos psicodélicos casi vampirescos y armonías vocales al estilo The Beatles o The Beach Boys. Es un disco en toda la extensión de la palabra, pues no soltaron sencillos promocionales (algo que ya no se ve tan comúnmente en la actualidad). Es un álbum de principio a fin, algo para aplaudirle a una de las bandas más influyente de la última década.
Todo indica que los británicos Arctic Monkeys maduraron más rápido que sus propios seguidores. Y una vez más nos reafirman que el cambio siempre nos cae bien a todos, que el tiempo nos dará la respuesta y si no, vean su participación en The Tonight Show con el tema ‘Four Out of Five’.
Por César Quiroga
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Antes de hacer historia con The Smiths; antes de coronar una carrera solista tan sólida como polémica bajo la rúbrica de Morrissey; antes de los reflectores, antes de las canciones mismas que tanto conmovieron a “una generación”, incluso antes de salir en ‘Sale el sol’, hubo poesía. Morrissey es poesía.
La historia se ha repetido muchas veces: un joven brillante, encerrado en su habitación y batallando con sus monstruos internos, que sueña con mostrar su talento al mundo… antes a Inglaterra… antes a Manchester.
Eso es ‘Descubriendo a Morrissey’, película que se estrena el 18 de mayo, y que retrata los inicios del gran icono del indie rock, quien a pesar de que tuvo un breve y caótico pasaje de ‘Godínez’, su espíritu artístico siempre estuvo en la poesía, en las letras que proyectaba con furia mediante una máquina de escribir, bajo los influjos de Wilde más que del alcohol, con una rebeldía y estética por igual.
Tenemos que resaltar que la poesía siempre estuvo antes que la música en el creador de ‘There is a light and it never goes out’ (‘Hay una luz y nunca se va’). Ante esa eterna pregunta incansable de periodistas y fanáticos de “¿qué fue primero, la idea musical o la letra/melodía?”, la respuesta en el caso de ‘Moz’ es más que evidente: ¡‘Moz’ es poesía, carajo!
Mientras tú lees esta columna, el final de la historia de ese joven llamado Steven se sigue escribiendo a piedra y sangre. La poesía sigue dando a luz en la carrera musical, en la cabeza del gran Morrissey.
Pero antes de irnos, la historia se vuelve a repetir una vez más pero ahora en lo musical: un cantante adolescente que busca a músicos para formar una banda de rock sin mucho éxito. De fracaso en fracaso se llega al infierno hasta que el Diablo te envía a los personajes indicados para conquistar al mundo… antes a Inglaterra… antes a Manchester.
ENCORE: El pasado martes, La Barranca presentó en el Centro Cultural España su disco ‘Lo Eterno’. No fue un concierto, simplemente fue una reunión con sus seguidores en la que se escuchó el nuevo plato, que también fue editado en formato casete, vinyl y digital. // Este sábado se llevará a cabo el concierto ‘Tremendo Desorden’, en el que La Tremenda Korte y Desorden Público, se unen para formar una misma banda y compartir su historia. Estuvimos en su ensayo, checa nuestras redes sociales. Cita: sábado 12 de mayo, Carpa Astros.
Por @MilUsosRock
Fotos: Facebook La Barranca (Israel Camacho) / Cortesía
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Por Mil Usos del Rock
@sergiofloramx
Episodio 1
Un viernes de agosto, a muy temprana hora (para un músico, periodista de rock y vampiro de la noche, las 9 de la mañana son madrugadas) impartimos la primera clase de composición musical, en el penal de Barrientos.
Nunca había entrado a una cárcel. El estómago, si acaso con un café medio tibio (por las prisas de llegar puntual) y un par de galletas, lo sentía comprimido como cuando te preparas para recibir un buen madrazo en el ombligo. Creo también le llaman sentir nervios, o algo así.
La noche del jueves no sabía qué guitarra alistar para el día siguiente, si la de viaje (una guitarra de madera muy pequeña pero que suena como Diosa Griega) o la electroacústica. Todo me hacía dudar. ¿Cómo rompería el hielo con los y las internas? ¿Se puede romper el hielo en la cárcel?
Cuando interpreto una de mis canciones llamadas ‘Dicen’, siempre la anuncio: “Dicen que lo malo de morir de amor es que no te mueres”. Pero ¿y si una mujer está en ese infierno por haber matado a su esposo o a la amante de su esposo por un mal de amores? Esas dudas me sacudían. Sabía que tenía que medir mis frases de cajón.
Mi cerebro recuerda cada detalle de ese viernes, segundo por segundo, imagen por imagen, cada una de mis palabras y las miradas completamente expectantes de mis alumnos, sus reacciones.
Primero fuimos a la sección femenil, hicimos un círculo con sillas en la cancha de basquetbol y cuando de mi boca salió la primera palabra, el silencio se hizo absoluto. Hasta se escuchaba una pequeña brisa a lo lejos, en ese cielo que se pinta de azul para todas las personas por igual. El cielo no conoce de delitos ni condenas. Ante esos 60 ojos féminos, que traspasaban la guitarra y mi garganta, entoné la mejor versión de ‘Feliz-Triste’, con esa nostalgia que quizá ellas sienten a diario y que me contagiaron sin piedad. Me llevo sus aplausos sinceros y su atención sepulcral para el resto de mi vida.
Entoné ‘Dicen’. Obvio omití la frase que tiene que ver con el trágico mal de amores, y me limité a decirles que esa canción habla de los momentos en que comienzas a dudar de tu pareja y le cuestionas: “Dime que no lastima un amor así”. Ellas hicieron un coqueto “uuuuuuh”, y me arranqué como José Alfredo (pero sin tequila, ¡chale!). Terminé con ‘Mar afuera’, una canción con un tono esperanzador que refiere a conquistar tus miedos como lo hace un surfista ante una ola gigante.
Al final, una señora me dijo que esperaba ansiosa mi segunda clase. Tres chicas nerviosas sacaron cuaderno y pluma y me pidieron que les anotara la letra de los temas que interpreté: “Al menos el título”, acotaron, mientras las demás se iban cada una con su silla blanca hasta perderse en una habitación donde están las celdas, sin acceso a talleristas.
Al igual que Lupita, la amiga que me invitó a dar el taller, a mí no me interesa saber por qué están ahí, o qué hicieron. ¡Noooo! ¿A quién quiero engañar?, soy un curioso, un maldito curioso que sólo sabe componer canciones.
Episodio 2
Sí, soy un pinche curioso, un curioso que de niño se tapaba los ojos con los puños abiertos para ver entre los dedos las escenas de cama de las películas de ficheras del canal 9. Esa misma curiosidad hizo que mis ojos escanearan todo cuando entramos por esas frías escalinatas y grueso portón de fierro viejo de la cárcel.
Quizá porque mis dos acompañantes ya entran como ‘Juan por su casa’ al temido penal, la revisión estuvo lejos de ser lo que imaginaba: no terminé en calzones, ¡Fiuuu! Creía en esa pesadilla en la que un señor con guantes de látex te busca droga en el culo pero no, ni mi estuche de la guitarra me basculeó (pude haber metido sustancias o libros). Pasamos limpios filtro tras filtro con una marca morada que te ponen en el brazo derecho que significa: ¡libertad!
Cuarto, quinto filtro de seguridad y ahí están los presos, algunos de los cuales reconocen (a lo lejos) a María (mas pálida que Leandro Augusto y que coordina varios de los cursos que se ofrecen en esa cárcel) y a Lupita, también periodista como el Mil Usos del Rock.
Miles de cosas suceden al mismo tiempo como en marabunta. Presos vestidos de azul (procesados) y café (sentenciados) hablan en teléfonos de tarjeta sabrá el Diablo con quién; otros te venden cajitas de madera “pa’ alivianarme patrón”, me dijo un señor flaco como palo de escoba, de unos 65 años; algunos más practican la escolta como si estuviéramos en la secundaria 98, y otros simplemente te observan cual sujeto extraño que no embona en ese inframundo que escupe histerias de todo tipo.
Esa mañana de agosto, Barrientos aún luce los estragos del más reciente motín. Hay botes de pintura y escobas al por mayor. Trabajos de albañilería y mantenimiento son realizados por mismos internos, que aún tienen en la cabeza las imágenes de ese ardiente día, que, se dice (nadie vio nada), dejó un muerto y un prófugo. Al final, hay que volver a levantar la ‘casa’ después del temblor.
Por ello nuestra primera clase de composición musical es en una estancia polvosa que recuerda más a unas ruinas que a un salón o biblioteca (como se tenía previsto). Como lo hice antes, por una hora, en la sección femenil, les hablé a los varones de mis métodos arcaicos para componer canciones: con acordes muy básicos se pueden componer grandes piezas musicales, sino pregúntenle a Juan Gabriel, quien también llegó a dormir en una fría celda.
Cuando caminábamos de la sección de mujeres hacia la de hombres, por esos pasillos por los que se ven los lavaderos, la intimidad de la prisión, la verdadera realidad de la cárcel y no la cara ‘bonita’, que es donde se realizan los talleres, vi a lo lejos un rostro conocido. ¡Era increíble! De esa comunidad de cinco mil personas, un amigo preso desde hace cinco años era de los 30 hombres a los que les contaría mi historia, mediante el curso de composición rockera.
Episodio 3
Y ahí estaba ese viejo conocido esperando afuera del salón en ruinas.
Una noche antes de mi visita a Barrientos, informé en mis redes sociales que iba a comenzar un curso de composición musical en dicho penal y algunos de mis amigos aprovecharon para pedirme que saludara al buen ‘Jez’, preso ahí desde hace un lustro.
Y aunque les aseguré que lo haría, la verdad es que algunos aún dudábamos de su paradero. Había rumores de que en realidad nunca pisó la cárcel y que se encontraba en su casa de Acapulco, a la que me invitó el día que lo conocí (única vez que lo vi en mi vida).
La fría realidad era que no, ahí estaba el viejo conocido y amigo de mis amigos, de pie y en la espera de esa sesión de rock acústico que les impartí a lo largo de 60 minutos. Me reconoció hasta que empezaron a sonar nombres de amigos en común, y por un fin de semana de excesos, pocos meses antes de que él entrara a prisión, que protagonizamos juntos entre incontables caballitos de tequila y vasos de cerveza.
La clase comenzó, yo sentía su mirada. Era una mirada muy diferente a la de los otros 29 alumnos. Y es que él era uno de los míos, de mi pandilla, encerrado ahí por cosas de la vida, errores o destinos, malas bromas que te cuestan muy caro. Su mirada era diferente y quiero pensar que también escuchaba algo diferente en mis canciones: quizá le vino a la memoria esos momentos de libertad, de juventud desenfrenada y honesta amistad que se vive allá afuera. Lejos.
Otro preso me apoyó interpretando algunas canciones populares, las cuales las cantamos entre todos con efervescencia, como si estuviéramos lejos de la cárcel, en una bohemia en la montaña, con fogatas y tragos de ron blanco para espantar el frío.
Uno más sacó de su bolsa una carta, que en realidad era un poema inspirado en el pasado motín que vivió Barrientos. En esa hoja arrugada no se escondían los temores ni los miedos que se viven ahí adentro. No se escondían las angustias, no se escondían las revueltas.
El rock de la cárcel daba a luz. Eran los últimos momentos de mi primera visita. Dimos un fuerte aplauso para todos nosotros, por nuestra entrega, por esa lucha diaria, por esa hora de música y olvido.
Los filtros de seguridad ahora van en sentido contrario hasta llegar a la última puerta. Atravieso el portal, camino por la banqueta y me tambaleo embriagado. Soporto los embates, toso con fuerza y escupo varias veces. Viene a mi mente una de mis canciones: “Y el lado más galáctico del sol llega a ti”: supongo ese es el grito desesperado de la libertad.
ENCORE: Este Viaje Psicotrópico bien se puede acompañar con canciones de fondo como ‘Jailhouse Rock’ en voz de Elvis Presley, o ya de perdida en la versión de Los Teen Tops, ‘El Rock de la cárcel’, con Enrique Guzmán como líder rocanrolero.
ELVIS PRESLEY
ENRIQUE GUZMÁN
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Foto: Tomada de Twitter de la banda.
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