Es una barbaridad 40 mil personas reunidas en la ciudad de Querétaro; eso congregó Pulso Festival en un ambiente caluroso, juvenil y rockero
Por @MilUsosRock
Sólo por este día se le puede decir Queretarock a la ciudad de Querétaro.
La pista de la carretera está hirviendo. Cuatro horas de viaje hacia la ciudad queretana desde la CDMX es una locura. Bajas la ventanilla del auto y dejas que el viento golpee tu rostro con furia y caricias, mientras avanza a 180 kilómetros por hora (¡el chofer está loco¡) rumbo a la primera edición de Pulso Festival.
Curioso resulta que no sea sencillo llegar al punto que reunió este sábado a 40 mil jóvenes en tiempos de Waze y Google Maps, pero así sucedió. Con el sol enojado a cuestas, llegamos por fin a la cita, que es en un lugar desértico y polvoso, en donde un chavo abusado vende chelas de lata a 50 varos que resultan un oasis, y una señora pastes de 17 pesos (dulces y salados, “¡deme uno de tres quesos que me muero de hambre, jefa”, le digo).
El ambiente es completamente festivo y caluroso. El sol te golpea la cara y brazos como si fueras un costal de box; apenas encuentras una sombrita en la entrada, te metes unos momentos para refrescarte, luego te tomarás la foto de tu arribo en una postal que dice “Querétaro” o bien en una estructura con banderines de la marca del festival.
A la hora que llegamos, ya se escuchan de fondo los hits de la Gusana Ciega, a quienes ya viste decenas de veces. Tus acompañantes fueron a estacionar el coche y resulta que está a tres kilómetros de la entrada general… Ahí te dejarán esperando en la sombra poco más de una hora (te regresas a buscar, sin éxito, al chavo de las latas de cerveza).
En esa hora de espera ves pasar mucha gente, muchos chavos y muchas chicas guapas, con vestimentas de playa. En un momento se cierra la taquilla, cuelgan el letrero de ¡Agotado!, y varios asistentes comienzan a buscar boletos como si se tratara de la última Coca Cola en el desierto de Querétaro. ¡Por fin entramos al concierto!
Mueres de sed y de hambre. Lo primero que haces es ir por una cerveza y comida (como en el Vive Latino, con brazaletes digitales como método de pago) y literal las filas para tu cometido duran toda la participación de Jarabe de Palo y casi toda la de División Minúscula, una banda que suena bastante profesional y contundente independientemente de si te gustan o no sus canciones.
En un entorno inmejorable, la gente hizo el viaje desde varias ciudades del país con la intención de pasarla bien en el festival y así fue: cientos de chavas en microshorts fueron las verdaderas protagonistas, mientras que Caloncho hacía bailar con su juego de géneros por momento harto melosos.
En el lugar te encontrabas a jóvenes recostados en pastos artificiales, algunos otros pasados de copas y unos más buscando alguna sombra pues el sol ganaba la batalla a los más débiles o de los que llegaron muy temprano cuando abrió el día Elsa y el Mar, Technicolor Fabrics, Millonario y más exponentes. Nos encontramos también a un chico que parecía un hijo no reconocido de León Larregui, con todo y su poncho que lucía de los hombros a las espinillas.
Algunos dardos de Mil Usos Rock, a raja tabla y sin lubricante:
¡Qué bien suena Zoé! Se llevó por mucho la edición de Pulso Festival. ¡Bandota!
En lo personal, yo sólo iba al concierto por dos rolas del extraordinario nuevo álbum de MGMT ‘Little Dark Age’ y sí las tocaron, y ya con eso valió la pena (aunque les falta un poco de coros en vivo, la verdad).
Café Tacvba tiene tantos hits y siempre toca lo mismo. ¡Ya chole! Lo bueno, el mensaje siempre crítico de Rubén Albarrán, aunque no lo bajaron de chairo.
Los Porter ayer quedaron mega chiquitos a lado del monstruo eléctrico llamado Zoé. En su defensa (de los de Guadalajara) se podría decir que estuvieron en un escenario secundario con menor producción y mil cosas más pero no, su actuación estuvo muy floja. Una lástima porque es una gran banda.
El cansancio nos impidió ver a The Vaccines, pues nos fuimos a recostar a los jardines artificiales para tomar fuerzas para MGMT.
Había un tercer escenario muy pequeño en el que había DJ’s, pero que pasaron sin pena ni gloria.
Y AL FINAL
En la salida, sobre la carretera de tres carriles por lado, cientos de jóvenes dejan sólo uno libre, pues esperan su auto o Uber para poder regresarse a sus casas u hoteles. De fondo la magia de MGMT culmina, y se escucha después el discreto DJ set de The Horrors. Sólo se quedan los muy valientes pues ha sido un día largo, y todos estamos hechos un polvorín: escupes y estornudas polvo. Algunos piden raid, pero ya no estamos en épocas para dar raid a un desconocido como sucedió en Avándaro, el siglo pasado.
ENCORE: Pulso GNP ya anunció una segunda edición para 2019. Y cómo no hacerlo si la primera fue un éxito rotundo. No es nada sencillo reunir a 40 mil personas en Querétaro, amén a que el cartel y el presupuesto hace las cosas más fácil para cualquier organizador de conciertos. Pues el siguiente año seguramente estaremos escribiendo esa nueva historia en Queretarock.
Fotos: Mil Usos Rock / Isra LB / Mr. Jocksan / Cortesía organizadores
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